Si hay un sabor que definitivamente nos transporta a los mercadillos de Navidad de Europa ése es el del pan de especies, una de las bases de la gastronomía de adviento. El origen de este pan de jengibre se remonta a los egipcios, que consumían un pan con miel y sésamo que los griegos denominaban melitounta.
El pan de jengibre tal y como lo conocemos hoy se originó en China y era elaborado con harina de trigo, miel y a veces, condimentado con plantas aromáticas.
Fue durante la Cruzadas en la Edad Media cuando los occidentales lo conocieron en Tierra Santa y se trajeron la receta y las especias. Hay diversas teorías que señalan los monasterios franceses como el inicio de su popularización en Europa con el nombre de pain d’épices, si bien Alemania también registra muchas menciones al Lebkuchen, el pan de jengibre alemán, en Múnich o Nuremberg (en 1395) entre otras ciudades.
Sea como fuera, gracias a su exitoso sabor y sencillez rápidamente se extendió por toda Europa, especialmente por lo países del norte.
El pain d’épices en Alsacia y Núremberg
El pain dépices es uno de los productos más típicos de Alsacia e incluso tiene un museo dedicado en la localidad de Gertwiller, el Musée du Pain d’Epices et de l’Art Populaire Alsacien con una fachada digna de Hansel y Gretel y 10.000 objetos que explican la historia de este célebre producto.
Fueron los monjes cistercenses los responsables ya en Alsacia en 1453 de su popularización con motivo de las celebraciones navideñas. Durante el Renacimiento, los “Lebküchler” (productores de pan de jengibre) eran tan numerosos en Alsacia (una región que a lo largo de la historia ha formado parte tanto de Alemania como de Francia) que los artesanos tenían su propio gremio representado por un oso de pretzel.
El pan era considerado un producto de lujo y muchas veces se comerciaba como moneda de cambio. Otra ciudad en la que el pan de jengibre es muy popular es Núremberg, que cuenta con una larga tradición en su producción.
Ich liebe dich: las galletas de jengibre
Casi 10 siglos después su éxito no ha decaído y sigue siendo uno de los productos estrella de la Navidad en Europa. Parte de su popularización se debe a la reinvención de su formato. Además el típico bizcocho alargado del pain d’épices más clásico, éste se usa como base para cocinar galletas de las formas más diversas y hasta casas a lo Hansel y Gretel.
Así en Alemania y Alsacia es muy fácil encontrar en los mercados de Navidad grandes galletas en forma de corazón con base de este pan y adornados con azúcar glaseado. En muchos casos, se escribe con azúcar el nombre de la ciudad o mensajes cariñosos tipo «Ich liebe dich», que en alemán significa «Te quiero». Por supuesto, también las encontrarás en tamaño más formal.
El hombre de jengibre
Otro de los formatos más populares y más reconocibles del pan de jengibre es el hombre de jengibre u hombre de pan de jengibre, una galleta con forma humana algo paticorta y sin dedos muy simpática que también ha aparecido representada entre muchas otras animaciones como en la película Schreck y diversos cuentos infantiles.
La primera ocurrencia documentada de galletas de pan de jengibre data de la corte de Isabel I de Inglaterra, quién regalaba a las visitas importantes galletas de pan de jengibre parecidas a ella.
Hoy el hombre de jengibre es la versión más popular de este alimento. Por Navidad las tiendas de decoración de todo el mundo suelen vender moldes para hacer este producto que se decora con los botones de la camisa y una cara sencilla. Por descontado, también puedes encontrarlo en los mercadillos navideños de toda Europa.
¡Una de las tradiciones más sabrosas!